Alumna: Ailén Urquía
En Japón, en lugar de desechar, tirar a la basura los objetos cerámicos rotos, los unen mediante una técnica llamada Kintsugi. El kintsugi es un arte japonés que consiste en la reparación de la pieza rota con un fuerte adhesivo espolvoreado de oro. Así la pieza recupera su forma original y las cicatrices doradas no tratan de disimularse, se exhiben las heridas del pasado demostrando una nueva identidad; una nueva vida. Se encargan de destacar sus imperfecciones, acentúan sus grietas, sus defectos y lo celebran. A partir de ello estas piezas cobran más valor que las originales.
El presente ensayo fotográfico vincula esta técnica ancestral en lo que genera en el interior de un niño el bullying, utilizando los géneros bodegón, retrato y artístico.
El bullying o acoso escolar, es la violencia entre compañeros en la que de forma individual o grupal molestan y/o agreden a otro haciéndolo de manera constante y repetitiva. Las víctimas no suelen defenderse y normalmente se encuentran en una posición de desventaja o inferioridad.
Las fotografías muestran una vasija que comienza entera, significando el inicio de la vida escolar del niño, con ansias de conocer y aprender. Pero luego, la misma empieza a ser partida poco a poco hasta quedar totalmente desecha.